Después de la tormenta siempre llega
la calma, y es en los momentos de calma cuando se deben tomar
decisiones meditadas para prevenir futuras tormentas.
Si hubiéramos hecho una valoración de
los 100 primeros días del nuevo Ayuntamiento (desde el 11 de junio
al 19 de septiembre de 2011) habríamos resaltado, por encima de
todo, la gran cantidad de actividades realizadas durante aquel
verano. Desde que tenemos uso de razón no recordamos un verano con
tantas actividades para chicos y grandes como las disfrutadas en el
2011, mérito indiscutible de la comisión de Cultura, encabezada por
Almudena Escribano.
Habríamos resaltado ese trabajo,
restándole importancia al comportamiento, ya habitual, de la señora
alcaldesa, como intentar engañarnos en la formación de las
comisiones (alterándose después la redacción del acta para que no
quedase constancia de su mala fe), o negarnos el tablón de anuncios
durante más de un año (para acabar diciendo que lo compremos y lo
pongamos nosotros), o estar más de siete meses sin convocar un pleno
ordinario, o seguir contratando fuera del pueblo los gastos de
restaurante o cafeterías (algo vergonzoso a lo que nos negamos a
acostumbrarnos), ...
Desgraciadamente, el segundo verano ha
sido muy diferente y mucha gente nos ha comentado que es lamentable
venir unos pocos días a su pueblo natal y encontrase con situaciones
como las vividas este año. Comprendemos perfectamente ese
sentimiento ya que es compartido por los que estamos aquí todo el
año y porque no se trata de ideologías políticas o religiosas, se
trata de nuestros pueblos, nuestras fiestas, nuestros vecinos y
nuestros jóvenes.
¿Qué ha cambiado para que haya tanta
diferencia entre el verano de 2011 y el verano de 2012 si los
protagonistas eran los mismos?. A nadie se nos escapa que la
situación vivida este verano en fiestas no es nueva, ya vivimos algo
parecido hace 10 años. Entonces los jóvenes eran otros, quién sabe
si también aquellos serían irresponsables y no se “comprometían”
con el pueblo.
Por fortuna las personas tendemos a
olvidar y perdonar las malas experiencias recordando únicamente lo
bueno o divertido. Por desgracia ese olvido suele provocar que la
historia se repita, incluidas las malas experiencias. Aunque las
personas olvidemos y perdonemos, la memoria colectiva debería
recordar para no caer en el mismo error, ya sea cada 4, cada 10 o
cada 40 años.
Las consecuencias de esta situación
las sufrimos todos: manifestaciones públicas de desacuerdo con el
Ayuntamiento (como hace 10 años), autoridades políticas que se ven
salpicadas sin que vaya con ellos (como hace 10 años), escasa
participación en las actividades de fiestas y el pueblo dividido y
enfrentado, desde hace 10 años, ...
¿Hasta cuándo vamos a seguir así?.
Tenemos un año por delante para
dialogar, esforzarnos y trabajar con el único fin de que el daño
causado este verano en la convivencia y la participación de la gente
no sea irreversible. ¿O es que tener autoridad y pensar que por ello
tenemos siempre razón justifica cualquier decisión incluso en
contra del pueblo?. Si es así, todos seguiremos pagando las
consecuencias durante otros 10 años. Esperemos que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario