Durante la pasada Semana Santa se
produjeron fuertes lluvias que provocaron desbordamientos de arroyos,
acequias e inundaciones de algunas viviendas.
La primera reacción lógica es achacar
todas las consecuencias a las inclemencias del tiempo, algo sobre lo
que no podemos influir, aunque si analizamos los hechos más en
profundidad veremos que hay cosas sobre las que si podemos influir y
mejorar.
Mantener limpios los arroyos y acequias
hace que cumplan mejor con su función de evacuar aguas pluviales y,
por lo tanto, sea más difícil que se desborden con las
consecuencias que ya conocemos.
Pero no todas las inundaciones fueron
ocasionadas por el desbordamiento de arroyos o acequias. Algunas se
produjeron desde la red de saneamiento, la cual ni se utiliza ni se
mantiene de forma adecuada.
Es cierto que el nivel del agua del río
Duero impedía el correcto funcionamiento de la depuradora, pero no
es menos cierto que los tapones ocurridos en la red de saneamiento
desde Derroñadas hasta la depuradora ha puesto en evidencia por una
parte el mal estado en el que se encontraba (cegada por la arena la
mayor parte de su sección ya que en los últimos 10 años, quizás
mas, no se ha hecho una limpieza general de la misma) y por otra el
uso indebido que se hace de este servicio encontrándose gran
cantidad de cosas que nunca deberían echarse por un desagüe como
trapos, toallitas, compresas, tampones, etc.
Esto demuestra que no todas las
desgracias son desastres naturales, como aparentan a simple vista,
sino también consecuencia de nuestras negligencias y hábitos
incorrectos. Esto sí es nuestra responsabilidad y está en nuestra
mano solucionarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario